domingo, 28 de agosto de 2016

El fútbol es para borregos

Ya sé que tú ya sabías esto desde hace mucho tiempo y no te estoy diciendo nada nuevo, pero también es cierto que a ti nunca te gustó el fútbol. Cualquiera que me conozca sabe que me gusta el fútbol desde siempre, tanto jugar (o intentar jugar, mejor dicho) como verlo en el campo o por la tele. Empecé a jugar con el equipo del colegio y después federado hasta acabar juveniles, siempre compaginándolo con la religiosa pachanga semanal con mis amigos. Ahora sigo manteniendo las pachangas cuando estoy en Avilés y en Madrid arrastro mi torpe y rígido cuerpo en una liguilla municipal. Hasta aquí guay, todo el mundo (menos mis compañeros de equipo en varias ocasiones) ven con buenos ojos que yo siga manteniendo esta sana costumbre. Lo feo de esto es que a día de hoy no tengo equipo de fútbol al que animar y seguir. Puedo ver en la tele cualquier partido y entretenerme sí, o seguir viendo los partidos del Real Madrid y seguir alegrándome cuando ganan porque, aunque cada vez me da más asco, sigue siendo mi equipo en conversaciones de bar (de las que cada vez me siento más ajeno). Pero no tengo equipo al que catalogar como 'mi equipo', ese capaz de hacerte discutir con tu novia porque prefieres ir a ver un partido donde no se juega nada que pasar el día con ella homenajeando al amor.

Desde hace unos años atrás y cada vez va a más, el fútbol mediático me repele. Sí, siempre he sido del Real Madrid, pero cada vez menos y menos. Si es que la gente ya acepta la frase 'el fútbol es un negocio' como algo normal, gente enriqueciéndose o ganando prestigio arrodillándose en palcos ante políticos y grandes empresarios mientras el público, cada vez en menor afluencia por precios abusivos para cualquier familia media española, da palmas mientras el equipo va ganando y abuchea si va perdiendo. Por no hablar cuando juegan el Madrid vs Barça y lo que se ve en las redes sociales, gente discutiendo llegando a insultarse y rabietas que yo tenía con doce años, todo por equipos de fútbol que el único vínculo que les une a ellos es la antena/cable/fibra óptica de su televisión. Los Manolos. El Chiringuito. Marca. Borregos.

El año pasado se hizo algo muy bonito en Avilés, ciudad maltratada futbolísticamente, donde un mafioso lleva las riendas del equipo más representativo de la ciudad desde hace demasiado tiempo y donde la mayoría de gente prefiere ir a ciudades vecinas con equipos de fútbol 'con más historia y solera' que animar al de su propia ciudad. Se creó el Avilés Stadium C.F., un equipo que pretendía seguir el ejemplo del denominado 'fútbol popular' que en resumen viene a significar la unión del fútbol con el pueblo. Sin intereses económicos, sin dirigentes buscando beneficios personales, sin precios abusivos, tolerante, inclusivo, y más palabras bonitas que todo el mundo acepta cuando las escucha. Otro tipo de fútbol más culto, un homenaje al fútbol de antaño que se desenvuelva más allá del resultado final de los partidos.

'¿Y qué ha pasado con el Stadium, Enrique?' me preguntáis muchos. Pues qué va a pasar, que el fútbol es para borregos, y todas esas palabras bonitas que queríamos incluir en nuestro equipo de fútbol van desvaneciéndose poco a poco mientras otros muchos ven que son un impedimento para cumplir la función de 'pan y circo' que ellos mismos aceptan que sea el fútbol. Se quiso aglutinar a mucha gente y nuestro mayor pecado fue obviar la ignorancia que rodea el fútbol a todos sus niveles y que a día de hoy gobierna el Avilés Stadium en todos sus estamentos. Y esta es la realidad, mientras unos estamos exiliados de los campos de fútbol buscando algún pasatiempo para las tardes del domingo, otros siguen aplaudiendo porque la pelotita entre en la portería sin importarles nada más.

Ya sé que como en todo siempre hay excepciones, pero en el caso de fútbol la excepción difiere demasiado de la gran masa social y mediática que lo rodea. No sé, alguna vez me han dicho eso de 'pues tú no tienes pinta de que te guste el fútbol'. Es una gilipollez, sí, pero que queréis que os diga, cada vez me sienta mejor que me digan eso.


Por nuestro Banksy