viernes, 3 de mayo de 2013

Confesiones desde la 429


No, la 429 no es la habitación de hotel donde me empapo entre ríos de alcohol y montañas de cocaína mientras me hago un trío con dos grupis en mitad de una exitosa gira mundial, es la habitación de un viejo hospital que, como van ha abrir el nuevo dentro de poco, este pasan de renovarlo. Llevo 5 noches aquí, dos de ellas pasadas en ‘intermedios’, como la UVI pero más light, un sitio donde no me podía mover de la cama, estaba enchufado a mil aparatos, meaba tumbado en un recipiente y me lavaba una enfermera (guapísima, por cierto) el pene –y demás resto del cuerpo, pero si pongo pene es más morboso- con un trapo mojado. Lo de mear daba palo pero te acostumbrabas. Para defecar no sé qué técnica había que utilizar, no había ningún tipo de instrumento para ello a mano y por suerte la naturaleza se contuvo de hacer esa fatídica llamada que me llevaría a comprobarlo.

No es por ser quejica, pero nunca (por suerte) tuve que pasar por algo parecido y es una experiencia nueva. Además, la gente que suele estar ahí está mucho peor de lo que yo estaba (por suerte) y era más consciente de todo. Aunque el hecho de estar tan consciente tiene sus contras, como la mítica paranoia masculina de que te empalmes mientras te laven o algo así. Tranquilos, logré domar a la fiera. El mejor recuerdo que tengo de allí son las enfermeras. Todo el día sonriéndote, atentos de ti, amabilidad a diestro y siniestro. Las había más majas que otras, pero en líneas generales eran encantadoras. Y la que me lavaba, Nata se llamaba, era muy guapa (lo digo dos veces si hace falta). Vaya tontería, es su trabajo ser así de amables…pero al fin y al cabo fue el lugar donde más chicas en un corto periodo de tiempo me sonrieron. Y eso a los corazones tiernos como yo nos ganan fácilmente. Yo quiero una novia que me trate como a un paciente las 24 horas. Tampoco pido demasiado. En fin. De allí pasé a planta, donde estoy ahora, la 429. Voy camino de la cuarta noche aquí. Son las 23:03 en el momento que estoy escribiendo esto y debo de estar a punto de que pasen a darle las pastillas a mis joviales compis de habitación y estos se pongan a dormir. Y yo también, claro está, no vaya a despertarles con el tacatacata de las teclas. Las enfermeras y auxiliares de aquí también son muy amables, pero no se…no es lo mismo. Además también tienden a ser más viejas y feas. Aunque la que me fue lejos a por un zumo expresamente para mí me ha ganado, y además se puede catalogar de MILF. Si mañana me trae un zumo en la merienda sin que yo se lo pida, me la follo. (aquí me fui a dormir y seguí escribiendo esto otro día).

Pues al final me dieron el alta y no me dio tiempo de llegar a la merienda y comprobar si la MILF me traía el zumo. Una lástima. Es triste, pero con tanto tiempo 'libre' ahí metido, hacerte fantasías de ese tipo es un pasatiempo más. Que llegase el doctor y me dijese que bajase a hacerme el escaner me dio una alegría tremenda, pero cuando se enteró uno de mis compis de habitación que a mí me iban a dar el alta y él tenía que seguir allí, no me moló tanto. Él llevaba 18 días, y el otro 21, o algo así. Yo estuve 6 días y ya pensaba que me iba a volver loco. Pero bueno, espero que no tardasen en darles el alta, se les coge cariño quieras o no.

Lo que más me fascinó de esta aventura es como actúa la gente que conoces y se entera que estás ingresado en el hospital. Gente que apenas hablo con ellos, antiguos amigos e incluso gente que, si a ellos les pasase lo mismo, yo mismo pasaría de ellos (por merecimiento, no penséis que soy un cabrón). Te habla por WhatsApp personas que ni si quiera tenías sus números y a Facebook le dan a Me gusta a las publicaciones relacionadas más gente de la que le daría si subo una foto mía en bolas (que ya es decir...). Esto es un arma de doble filo. Por una parte, te gusta que la gente se preocupe por ti y se acuerde de ti. Pero luego están los que no te preguntan como estás, no se acuerdan de ti ni nada. Si fulanito se preocupa, ¿Tú no? Ah pues muy bien. TACHADO TACHADO. Nah, no es así. Pero si que empiezas a hacer cábalas y especulaciones. Además, por mucha gente que se preocupe o no, tú siempre esperas que te abra conversación una persona. Ya pueden preguntarte 15 personas qué tal estás que tú esperarás a esa persona. Que tontos somos. Y yo más.

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