domingo, 10 de mayo de 2020

Mi ración de odio diaria

Uno de mis ¿múltiples? defectos es que me cuesta decir cosas buenas a la gente. No es que no las sepa ver ni las reconozca, simplemente me cuesta expresarlas, no me salen. No es que me cueste hablar que puede que un poco sí, pero siempre he sido de los que piensan que al final no hace falta decirle a alguien 'me caes bien' o 'te quiero' para que la otra persona lo sepa, hay gestos, miradas, comportamientos que lo expresan mejor. Obviamente a veces puede no ser suficiente, sobre todo en relaciones amorosas y esas cosillas, ya me entendéis. Además que joder, a todos nos mola que te digan cosas bonitas

En ese sentido siempre he tenido dos pensamientos partiendo de la base de mi incapacidad para expresar sentimientos buenos hacia otros: el primero, que la gente habla demasiado y utiliza expresiones benévolas de forma muy barata, muchos piropos gratuitos. Ya no solo digo el ejemplo básico de 'obrero que desde un andamio propicia piropos hacia una chica', también en un sentido general, hay gente que dice 'buah me encanta esto' o 'me flipa lo otro', como con una convicción que parecen ser no sé, lo fans número uno de lo que sea y lo dicen de tantas cosas que te quedas pensando de dónde cojones puede sacar tanto tiempo para que le gusten tantas cosas. Odio la gente que hace comentarios positivos por doquier sobre cualquier tema y especialmente comentarios positivos sobre otras personas, porque al final no me las creo, me parecen falsas, es imposible, joder. Y en segundo lugar, creo que de un cierto modo tengo metido en la cabeza que las cosas buenas de una persona, es como debería ser una persona y por lo tanto, la normalidad. La gente tiene que ser maja y educada, por lo tanto no hace falta que le diga lo amable que es ni lo bien que me cae, es lo normal, así que no exalto esa normalidad. ¡Qué majo eres, que normal eres! Eso no quita que cuando te cruzas con alguien inesperado que es muy amable contigo te acabe alegrando el día, claro, o que no valore lo buenas que son las personas conmigo que me rodean en mi día a día. Esto acaba derivando en que yo muchas veces parezca un gruñón o un cascarrabias que solo habla de las cosas malas de la gente. Pero qué pasa, que algo malo de una persona ya entra en cómo NO debería de ser, así que lo destaco porque está incumpliendo esa normalidad que yo tengo proyectada en la forma de ser de una persona. Esto puede sonar un tanto moralista pero bueno, creo que al final todos tenemos una idea preconcebida de una persona buena y una persona mala.

(A este no lo sigo, me desespera lo que pone, pero entro de vez en cuando)


Pues bien, partiendo de lo anterior ya puedo explicar de lo que quiero hablar. De algún modo acabo prestando demasiado atención a las cosas que no me gustan. Obviamente en nuestra vida intentamos rodearnos de estímulos positivos, cosas que nos gustan, PEQUEÑOS PLACERES, porque si no sería una mierda vivir. Poco a poco construimos nuestra vida rodeándola de esos estímulos positivos, por eso tratamos de mezclarnos con personas que nos caen bien, tienen una forma de ver la vida similar, etc. y del mismo modo seguimos a personas que nos gustan en redes sociales. Por eso creo que muchas veces luego nos sorprende ver que haya tanta gente que piense tan distinto a nosotros, porque nos creamos nuestro propio círculo y a veces cuesta ver más allá de él (en parte también porque estamos muy estereotipados).

Aunque como he dicho antes nos solemos relacionar en círculos de gente parecida a nosotros, en estos días es muy fácil ver lo que hay ON THE OTHER SIDE, gracias en parte a nuestras amadas y odiadas redes sociales. Si en mi día a día trato de evitar personas y cosas que odio, en redes sociales a veces hago lo contrario. Tampoco voy a decir que sigo a gente que me cae mal adrede, pero por ejemplo hay gente a la que, por circunstancias de la vida, sigo en Instagram y me da rabia lo que pone o directamente me da asco, por lo que sea, pero a su vez me gusta cuando veo el circulito coloreado y entro vorazmente a ver su puta mierda de historia para no sé, alimentar mi odio o conseguir echar la ración diaria de espuma por la boca. Menudo asco, pienso, pero de la misma forma espero que al día siguiente vuelva a poner la misma mierda y no me defraude. Y no, no dejo de seguir a esa persona por seguir viendo la mierda que pone sino porque además de eso puede ser buena personita y esas cosillas, al final es un odio superficial, de escaparate, de red social.  

En Twitter por ejemplo lo hago mucho más, ya que se vierten más opiniones personales, obviamente. Por ejemplo ahora que hay una oleada de hordas de ¿personas? de derechas pidiendo la dimisión de Pedro Sánchez aka EL SEPULTURERO y demás, me meto ahí a ver lo que opina gente que, a su nombre de usurario lo suele acompañar una banderita rojigualda, y veo las mierdas que ponen auténticos hijos de puta como este o el otro. ¿Y qué me aportan a mí esos mongolos? Nada, absolutamente nada. Pero lo sigo haciendo, no sé si lo hago para reafirmar mi forma de ser o mis pensamientos, con un afán de superioridad moral o no sé. Creo que siempre es bueno ver lo que opina todo el mundo y gente muy distinta a nosotros, pero me temo que no lo hago por eso. En algún caso he dejado de seguir a alguien porque odiaba lo que ponía, pero luego he entrado varias veces para leer lo que dice. Es como si no me pudiese creer que alguien pueda poner semejantes cosas o ser así y necesite reafirmar mi incredulidad. En serio, se que por suerte hay gente muy distinta a mí y todo eso, pero hay ciertas cosas que me parecen incomprensibles y me dan mucha rabia.

Hace poco leí una entrevista de Nacho Vegas en la que el entrevistador le preguntaba si la crisis del virus le había vuelto mas misántropo o humanista, y él hablaba de un caso de abuso policial durante el confinamiento que había visto por las redes y decía lo siguiente al respecto: "Me da igual el contexto, nada ahí era bonito. Y sin embargo se me quedó más grabado en la memoria que las decenas de vídeos de solidaridad entre vecinos que veo estos días. El miedo es más poderoso que la belleza (...). No sé, puede ser que tenga razón y el miedo o el odio sean más poderosos y por eso muchas veces acabamos dejándonos llevar por sentimientos negativos. Yo lo veo también como una forma de protesta. Por ejemplo, yo escribo aquí cuando hay un pensamiento o algo que últimamente me ronda asiduamente la cabeza y lo tengo que soltar, pero si te pones a leer mis publicaciones la mayoría de los temas están relacionado con cosas negativas de las personas, comportamientos que no me gusta o que simplemente son diferentes a los míos. Lo mismo me pasa en Twitter, solo acabo poniendo cosas cuando hay algo que me enerva y acabando despotricando de lo que sea o de quien sea, y por eso creo que de un cierto modo lo hago en modo de portesta: 'Eh tú, no seas así, que es malo' (o a mí me lo parece).

Y sí, aunque a veces parezca un hater, soy el primero que corre para valorar positivamente el servicio del vendedor o del camarero o de quién sea. Siempre he pensando que valoro demasiado y me dejo llevar de un modo demasiado simplista por el binomio bueno/malo, como si yo fuese un emisario de DIOS o del KARMA y fuese apuntando en mi libreta las personas que hacen cosas buenas y malas. Esos hechos positivos no me empujan a manifestarlos públicamente porque, supongo, es lo normal, y solo lo lo resalto cuando es tan guay que supera lo normal, por decirlo de algún modo.

En definitiva, bienvenidos sean todos esos comentarios positivos, la gente que alaba a los demás y la exaltación ajena de la belleza. Espero que James Rhodes siga tuiteando esas putas mierdas diariamente, en serio, se que generan buen rollo, pero a mí mi ración de odio no me la quita nadie. 

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